martes, 13 de agosto de 2019

He deducido que la mejor manera de recordar personas, inmortalizarlas y albergarlas siempre en nuestro corazón, es escribiendo acerca de ellas. 
Admito que desde hace muchísimos años, he tenido un miedo, el miedo de despedirme, el miedo de enfrentar ver a un ser querido en un ataúd donde su cuerpo descanse en paz pero su alma siga con vida, sin embargo, no hay posibilidad de interacción u comunicación. 
Desde hace años, sentí miedo de despedirme de tía Cecilia. Temía por el día en que me dieran la noticia que ella había partido de este mundo. De ese modo, cada día que compartía con ella lo disfrutaba como el último, la hacía reír, le hacía compañía, le tomaba fotos, etc. Así pasaron los años, ella llegó a cumplor 90 años, 91 años, 92 años, 93 años... Y aunque con el pasar de los años si iba apagando un poco su ímpetu y se hacían más difíciles las tareas del cada día, por su avanzada edad claro está, ella siempre me reconocía. Me hablaba de cómo me encontraba, de mis estudios, incluso me preguntaba por mi papá. Recuerdo que la última vez que la vi, me dijo que me quería mucho. 
Ese es sólo una pequeña parte de la linda historia que tengo que escribir sobre tía Cecilia, ya que tengo uso de razón, desde muy pequeña la tradición familiar siempre era ir los 31 de Diciembre a celebrar año nuevo en su casa. ¡Y quién podría olvidarse de esa casa!
Era única, emblemática, lo más característico de ella diría que eran sus escaleras alfombradas de color rojo. Siempre me gustaron, recuerdo correr con mis primos cada fin de año a través de ellas. A su vez, había una larga mesa en el comedor, enorme pasa ser verdad, medía al menos tres menos, y en un costado de ella había la famosa "pared de platos". Platos de todas partes del mundo, recuerdo de sus viajes. También junto a la entrada del comedor, había una campana en la pared, la cual sonaban cuando el reloj apuntaban las 12. Otra cosa de mencionar acerca de tía Cecilia era su amor por los elefantes, recuerdo que para mi era imposible contar cuántos adornos de elefante tenía en su casa. ¡Eran infinitos! Mini esculturas de estos animales completaban en una pared, también tenía decoraciones como toallas, cuadros, y en el jardín una maceta gigante en forma de elefante. Donde en el medio del jardín, yacía un pino. 
Pero lo realmente especial era que unía la familia. Siempre aportaba su casa para alguna celebración, con ella siempre había una sonrisa o una anécdota para contar, acompañada de una cerveza o un trago de bebida en la mano nos recibía con mucha gracia y nos hacía felices a todos. También amaba los animales, era una gran persona a quien recordaré siempre con muchísimo cariño. Cuando me dieron la noticia de tu partida, estaba en shock, pero también sentí una inmensa paz. No siento que te has ido, siento que sigues aquí conmigo. Gracias por tan lindos recuerdos, por todo lo bueno. Tuviste una larga vida. Y te vamos a extrañar muchísimo. 
Descansa en paz, tía Cecilia. 

27-11-1927 
11-08-2019

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