viernes, 24 de marzo de 2017

Hay amores que duran para siempre, aunque terminen

Siempre te dije que formarías parte de mí para toda la vida, siempre te dije que ocuparías en mi corazón ese espacio como tú solo sabes hacerlo, que nadie podría sustituir tus caricias en mi piel y sobre todo en mi alma, eres parte de mí y eso nada lo podrá cambiar, pretender que nuestro amor terminará por el hecho de no estar juntos físicamente no es más que una ilusión, uno de esos chistes que no entiendes, pero que quizás te sonríes por aparentar…
 Tal vez fuimos exagerados para pensar que por siempre estaríamos juntos, sin embargo, pienso que más bien fuimos conservadores, que lo nuestro va más allá de lo entendible, de las dimensiones que acá manejamos, nuestro amor sencillamente durará para siempre, ese “para siempre” que rompe las fronteras entre la vida y la muerte y nos lleva sencillamente al infinito…

Cuántas historias de amor concluyen sin que ese amor que sentían se vea afectado, cuántos “ése es el amor de mi vida” escuchamos pronunciar de personas que piensan a lo lejos en ese ser especial.
El amor es el sentimiento más puro y más resistente si es verdadero, si se manifiesta sin apegos y sin necesidades, es incondicional y eso incluye considerar que las personas que lo viven puedan estar separadas o haber concluido una relación.

Son muchos los motivos por los cuales una pareja puede decidir terminar una relación amorosa y en muchos casos el amor, si a ese punto no lo ha hecho, se va desvaneciendo a medida que pasa el tiempo. Sin embargo, en muchos casos el amor permanece a pesar de la ruptura, a pesar de las circunstancias y del tiempo transcurrido. Son amores que se atesoran en el corazón quizás para solo susurrarlos de vez en cuando, con la intención de que únicamente nosotros los escuchemos.

Los amores que perduran una vez acabada la relación pueden representar un problema para las personas que lo viven, puesto que pueden manifestarse como una limitación para estar con quienes resulte más viable entablar una relación.
Hay quienes pasan toda su vida solo esperando volver a estar con una persona, hay quienes idealizan en su mente a quienes aman y nadie puede alcanzar los altos estándares que despierten un interés real y existen los que conscientes de que la relación terminó y que seguirán amándose retoman sus vidas de la mejor manera.
Definitivamente la condición preferida por la mayoría para experimentar el amor es estar juntos, contar con esa persona, sentirla y tenerla, pero si esto no es posible, se debe, sin pretender arrancar ese amor de la mente y del corazón, darle un lugar que no interfiera con lo que resta de vida.
Vivir el amor parece cotidiano, pero no muchos llegan realmente a sentirlo, así que independientemente de la conclusión es conveniente agradecer por la experiencia, por la satisfacción que genera vivir ese sentimiento, con la intensidad necesaria como para que resulte en un placentero para siempre.


domingo, 12 de marzo de 2017

Que delgada es la línea entre amarse a uno mismo y amar a los otros. Llegué a un momento en el que me volví completamente ciega y me negué a aceptar que estaba atrapada en un amor unilateral, en el que daba mucho y recibía poco, pero a pesar de mi terquedad sabía que estaba atrapada en un romance sin amor ni propósito. 
Dejé de quererme para quererte a ti y ese fue mi más grande error. Me aferré a ti porque sabía que ya te habías ido, que estábamos físicamente juntos pero no emocionalmente, que tu corazón ya no estaba a mi lado y aún así quería sujetarte tercamente porque no quería aceptarlo. 
Yo te amaba, pero tú no y darme cuenta de eso fue quizá lo más difícil que tuve que hacer. 
Desprenderme de nuestra historia era doloroso, destructivo, casi imposible, pero necesario. Ya era más que suficiente de migajas de tu amor, de ausencias, de descuidos, mismos que yo me empeñaba en justificar simplemente porque era muy doloroso aceptar la realidad.
Un día desperté y me sentí hastiada, no de lo "nuestro" ni de ti, sino de mi. Del poco amor que me tenía, de mi cobardía y de mi autodestrucción. Me vi en el espejo y no pude reconocerme, había cambiando tanto que ya no era yo. 
Por eso necesitaba liberarme de nosotros, de mi, de ti...necesitaba volver a respirar y aceptar que el amor que sentía por ti seguía ahí, pero que el tuyo había desaparecido hacía mucho. 
Entonces me armé de valor y declaré a mi corazón que no era que hubiese dejado de amarte, sino que había comprendido después de mucho tiempo, que eras tú el que no me amaba. 
Así que me fui y tomé un camino por el cual sigo avanzando, arrastrando de vez en cuando con tu recuerdo.
Sí, aún te amo, pero ya no te necesito, ya no te respiro, ya no te anhelo. Aún te amo porque un sentimiento tan fuerte como el que tuve por ti no puede desaparecer en un par de días, quizá no pueda desaparecer en años, pero debo marcharme. No soy indispensable para ti y ya mucho me lo haz dado a entender.
Ahora que por fin he alcanzado "tranquilidad" otra vez, lo único que puedo lamentar es que nos hayamos amado en momentos diferentes; yo aquí y tú allá, pero nunca juntos, nunca "nosotros" y lo más triste de todo es que si algún día decides volver creo que yo estaría dispuesta a seguirlo intentarlo sólo si me muestras lo verídico que es tu amor por mí ya que tampoco creo que en todo lo que vivimos no hayas sentido nada por mí, y aunque me haz disparado, por ti soportaría un par de disparos más...
Pero te haz ido, y dijiste que no esperara nada de ti. Nada que no fuese una amistad, pero pareces más bien un fantasma, sólo están tus recuerdos.
Perdonar y olvidar, es una falacia, la que esté libre de recuerdos que lance la primer piedra. A pesar de saber que guardar rencor, es como tener una daga amarga atravesada en nuestro interior que nos va partiendo poco a poco cuando nuestra mente explora el pasado. Sin embargo, perdonamos pero no olvidamos.
Saber esto y comprenderlo, sólo genera un argumento para no conceder ni siquiera la gracia de la absolución a quienes traicionan tu lealtad, después de todo, sólo se perdona cuando de verdad se ama. Sin embargo, sin saber tu historia y el porqué estás leyendo esto, te aconsejo: ¡no lo perdones!
Aunque estoy segura de que alguien ya te dijo: “debes perdonar a quien te dañó para poder estar bien contigo misma y poder seguir adelante”, puede que tenga razón, aferrarte a un sentimiento negativo no te deja nada bueno, te resta en vez de sumar, pero sinceramente yo pienso todo lo contrario, gracias a lo que yo he vivido.
Antes perdonaba a quien sea por lo que sea, creía que la gente no tenía una verdadera intención de dañarme, hasta que me di cuenta que perdoné de más y a personas equivocadas, solo provoqué que estas tuvieran nuevamente oportunidad para lastimarme, y tenían la confianza de que yo seguiría ahí para ellos.
Viendo a mi mascota, llegué a compararme y llegué a la conclusión, de que con todo el respeto que me merecen estos seres divinos, pero NO SOY UNA PERRA, un animal doméstico, que lo puedes patear, y que con sólo hacerle cariñitos, regresa a su amo, moviendo la cola, como si nada hubiera pasado.
 Por eso te aconsejo: ¡No lo perdones!, no seas como yo, el animal doméstico de esa persona, que le di la fuerza de ser mi amo, mi dueño, “el que me da de comer”, me maltrata y con sólo sobarme la cabeza, le muevo la cola y trato de hacer una gracia para que no se vuelva a enojar conmigo. ¡No quiero ser su perra nunca más!.
No puedo negar que hay personas que realmente después de equivocarse cambian o más bien mejoran, yo soy una de ellas y también he sido esa a la que no debiste perdonar. Pero así aprendes a ser una persona más humilde, a reconocer a las personas que valen la pena y poder alejarte de aquellas que son nocivas.
Con el tiempo, con las cicatrices por lo vivido, aprendes a reconocer a las personas que no merecen un espacio en tu vida, tú sabes qué hicieron y no tienes que explicárselo a nadie, no tienes que hacer lo correcto, con solo decirle bye, bye en la mente, ¿sabías que una forma de “matar” a alguien es nunca mencionarlo? Así de fácil, deja de existir.
Si lo alejaste de tu vida, no intentes volver a introducirlo, recuerda porqué lo hiciste. Y si no abriste esa brecha final de amabilidad frente al otro, no volverá, no tendrá la fuerza nuevamente para entrar en ti y realmente no lo necesitas, no necesitas aligerar su carga repartiéndola en tu espalda.
No sé si existe el karma o alguna fuerza del universo que retribuya lo bueno y lo malo, pero tengo fe en que si tú no permites que alguien se libere del daño tal vez aprenda algo, tal vez crezca y lo haga mejor en el futuro con otra persona y entonces valga la pena.
No lo perdones, mucho menos si no te lo ha pedido, aquellos que a pesar de ver tu sufrimiento no aligeran el paso, no detienen el filo, no merecen ser perdonados como acto de una compasión que ellos nunca mostraron.
Si hay un Dios que se le confiere el don de perdonar, que Él sea entonces el sabio y dé el veredicto, tú no tienes que hacerlo.Tú puedes maldecir por todo lo alto si es necesario, porque te dañaron y realmente nadie lo merece porque todos somos humanos y contrario a lo que muchos excusan. ¡Si sabemos lo que hacemos!
No lo perdones, pero si sigue adelante, va a llegar un punto en el que ya no va a doler tanto e incluso dudarás de por qué estabas tan enojada. Eso se llama olvido, puedes olvidarlo, pero si no quieres no lo perdones.
Sonará apocalíptico, pero yo lo he visto y he escuchado tantas historias y sé que hay seres que te absorben el amor, se alimentan de lágrimas, te arrebatan las ganas, que aplastan tu determinación y se burlan de tu valentía… y no, no tienes que perdonarlos.
 Nadie que te haya traicionado, que te haya herido, que nunca se haya disculpado por el dolor que ha causado merece un espacio en tu mente y en tu corazón, un mal recuerdo, despertarte a la mitad de la noche, llorar, detenerte de disfrutar, cambiar el camino, no levantarte de la cama… lo que merecen es ser olvidados. Y no es necesario perdonarlos.
Tú tranquila, todo va a estar bien, te acabas de quitar un alacrán del calzón, así que respira y siente tu libertad de ese que se creyó tu amo, ese que pensó que siempre estarías ahí para él. Todo seguirá su camino, como el rio fluye, solo recuerda que no estás obligada a nada más que tu bienestar, rodéate de las personas que te hacen sentir bien en todo momento, esas personas no harán nada por dañarte, porque les importas, porque ellas no requerirán de tu perdón.