Volver a comenzar, planear un anhelado retorno a la felicidad, reconstruir tu vida y levantarte para vivir nuevamente el amor. Cuando terminas una relación es como si una persona muriera: no lo volverás a ver ni a saber de él, las cosas que hacías no volverán jamás y verlo a diario termina porque simplemente ya no es posible. Vives el duelo, la negación y después intentas superar esa ruptura como los grandes, comienzas tu vida de cero, sin nadie a tu lado, viviendo para ti, siendo libre, independiente y fuerte.
Los demás siguen su curso normal pero algo dentro de ti ha cambiado, ya no eres la pareja de nadie, tu historia de felicidad por siempre ha acabado, no hay nadie que pase por ti, que te lleve flores, te haga sentir mejor, te diga un “te amo” o cocine a tu lado por el simple hecho de cocinar. De pronto estás sola contra el mundo que parece imposible de sortear hasta que te das cuenta que eres feliz e independiente de ese modo.
Pronto retomas tu vida, te das cuenta que no es tan malo estar sola, conoces más personas, eres dueño o dueña de tu tiempo, nadie te cancela porque no haces un compromiso formal y engorroso con alguien, aprendes más sobre ti, aprendes más sobre el mundo y te das cuenta de lo que realmente quieres. Sabes que la vida sigue y que, tal vez, esa relación tenía que terminar en ese momento. Ya no hay palabras incómodas, falsos ánimos, tristezas disfrazadas o eventos familiares ajenos a los tuyos.
Ahora sólo te preocupas por ti y debes aprender a conocerte. La vida se hace más sencilla pero aún hay algo que anhelas, una alegría de pareja que esperas vivir otra vez.
martes, 27 de junio de 2017
Suscribirse a:
Entradas (Atom)