Comenzando un año con ansias, alegría, incertidumbre y un montón de cosas en mente. Salí al frente de mi casa a ver los gatos callejeros que llegaban, ver el cielo y sentir la brisa nocturna.
Mami salió y se me sentó al lado, al ver cómo disfrutaba la compañia de los gatos, me dijo: "¿Cuando seas anciana, recordarás estos momentos? ¿Le contarás a tus hijos y nietos que salías con tu abuela todas las noches a alimentar gatos callejeros?". Al responderle que claro que sí, me dijo: "Disfrútalo, pero todo este es tu pasado, no te aferres a nada de esto. Ni a la casa, ni a tus abuelos, ni a los gatos, ni a mí. Algún día o estaremos, y si Dios te tiene preparado algo mejor en otro lado, debes atreverte, vivir tu vida, no te retengas por nada..."
Le respondí: "¿Sabes que tú eres lo único que me ha retenido todos estos años, verdad?" Refuté como si yo fuese una vieja ya, aunque solo tengo 25 años.
Me dijo: "Sí, lo sé, pero no debes seguir así, la vida continúa".
Le pedí que no dijera que ya no estaría conmigo, ya que en el hipotético caso de que yo me fuese a otro país, aún estaría con ella.
Le pido a Dios 365 días más con mi mamá.