miércoles, 27 de marzo de 2013

Él.
El que solía ser la razón de desvelos, canciones, salidas, abrazos, fotografías, sonrisas... 
Y que con el paso del tiempo, ya ninguno sabe nada del otro. 
Ciertamente lo que ocurrió no fue justo para nadie, pero a muchos nos ha tocado vivir una vida muy injusta. Pero a pesar de eso, ¿era un motivo para desaparecer?
No me molestaría en escribirle, después de lo ocurrido, sólo pienso que él piensa lo peor de mi. Que no tiene ninguna buena impresión de mi, a pesar de que lo di todo por el, por nosotros. No fue culpa de nadie, y nuestra historia fue arrancada del libro sin siquiera haber comenzado. Todo por un prejuicio. Así es la gente. Y yo sólo me pregunto, cómo han de ser las cosas si todo hubiese surgido de otra manera. 

529859_426542724098009_492027265_n_large
Felicidad.
Eso es lo que he logrado sentir, después de tantas cosas que me impedían sentirme bien conmigo misma.
Cuando los más pequeños detalles, te hieren, te afectan, te lastiman. 
Cuando los recuerdos te persiguen y los errores te atormentan.
Es bueno sentir que esos detalles, finalmente tornan para hacerte feliz. Que con una simple conversación, un mensaje, una llamada, te haga cambiar completamente el día... O la noche.
Cuando dejas de enfocarte en todas las cosas malas y comienzas a ver todo lo bueno.
Cuando esos recuerdos malos, se transforman en buenos recuerdos.
Cuando se reviven las conversaciones y los momentos.
Cuando vuelven las películas, los deseos. Las canciones, los sueños.
Por un día, por una noche, por un instante.
Son cosas que te llenan y que te hacen feliz.

domingo, 24 de marzo de 2013

Las relaciones en estos días, es más difícil ahora, porque las conversaciones se convierten en mensajes de texto, los argumentos se convierten en llamadas telefónicas y sentimientos se hacen en actualizaciones de estado.

Befunky_vintagecobblors_2_large

domingo, 10 de marzo de 2013

Mira, te voy a ser sincera: No te voy a pedir ni el cielo, ni la luna, ni una cosa material... porque realmente no me interesa. Me interesa estar contigo, y si te pido algo [alguna vez] va a ser tiempo para verte. No, no quiero que dejes de hacer lo que te gusta. Si quieres salir con tus amigos, no tengo ningún problema, confío en ti; lo único que te pido es que te cuides y disfrutes. Puedes tener todas las amigas que quieras, pero no seas cariñoso con ellas, me incomoda; y si aveces desconfío, es porque lo nuestro también se inició con una amistad. Quiero que seas feliz, quiero que seas tú mismo. No quiero que cambies por mí, y espero que tú tampoco trates de cambiarme. TE QUIERO, pero no te aproveches de eso, puse mi fe en ti y espero que no me falles.
Quedarte callada después de escuchar algo que te lastimo, repetirte mil veces en la mente, disimula, disimula y sonreír débilmente para que no noten que te dolió.
¿Por qué ridiculizaste mis falsas esperanzas? ¿por qué sigo llorando? ¿por qué no pasa el dolor? ¿por que todavía me preocupo? ¿por qué me asusta su olvido? ¿por qué yo no? ¿por qué todo esto? ¿por qué tanta inseguridad? ¿por qué no hay respuestas?
Ella era esa niña frágil que pretendía ser fuerte, esa que detrás de una sonrisa ocultaba cada una de sus inseguridades pero que al mirar su reflejo no podía evitar derramar lágrimas.
En algún momento de tu vida vas a conocer a alguien, y te vas a dar cuenta de por qué no funcionó con nadie más.
Estábamos una noche, o mejor dicho, una madrugada en mi habitación. Donde en la otra cama estaban aproximadamente  tres amigas, jugando con sus respectivos teléfonos pero que en cuestión de minutos se quedaron dormidas. Mientras que en mi cama estaba yo, y a mi lado estaba él, tan encantador como siempre. Estaba simplemente acostado detallándome mientras yo a decir verdad no le prestaba la mayor de las atenciones, me encontraba profundamente concentrada en mi teléfono hablando con otro amigo, específicamente Juan Napolitano, nos mensajeábamos tonterías hasta que comenzó a reclamarme por una bobería que exactamente no recuerdo cual era. Pero no quería que me arruinara la noche así que dejé mi teléfono a un lado y vi que todos estaban dormidos. Me recosté en mi cama silenciosamente y me arropé como pude, hasta que él se dio la vuelta quedando justo frente a mi, yo a su izquierda y él a mi derecha. Abrió los ojos y nuestras miradas se encontraron. Ambos estábamos arropados hasta la nariz de modo que sólo se nos veían los ojos. Cuando repentinamente él desarropa su rostro, se levanta un poco y a toda velocidad me desarropa a mi y literalmente se lanza hacia mi dándome el más profundo de los besos.
Ésta vez él estaba sobre mi, en ropa interior,  con una franela. Con su cabello perfectamente desordenado y sus labios unidos a los míos. Era algo que las palabras "real" o "mágico" quedaban cortas para describir ese momento. Es de esos momentos que dudas que pasen, pero suceden. Estábamos en perfecta armonía y podíamos continuar así por el resto de la noche, mordí su labio varias veces y él es mío. Nos separamos unos segundos y él, lo más discretamente que pudo comenzó a mirar hacia mi escote, pero sin desviar su mirada de mis ojos. Sus manos estaban relativamente cerca de mis senos y a decir verdad; no me hubiese importado perder la cordura esa noche con él. Mientras que con la mirada le suplicara que me besara, él tomó mi rostro entre sus manos acariciando mi cabello, y dijo: "estaremos juntos hasta que la muerte nos separe". Inconscientemente y casi por inercia sonreí de una manera única, y seguido él pronunció las palabras: "Me tienes... *Suelta un suspiro*". Continuamos con esos interminables besos cuando de repente siento su erección sobre mi entrepierna, lo cual él nota y rápidamente se lo acomoda, esperanzado en que yo no lo haya notado. Solté un leve gemido y seguidamente, en lentitud y con el máximo de los silencios, nos dimos poco a poco la vuelta quedando ésta vez yo arriba de él, en cuanto abrimos más nuestros labios dando paso a nuestras lenguas para intensificar el beso. Cuando de repente...
Despierto. Justo en el lugar de los acontecimientos, pero completamente sola. Dejándome abrumada y desconcertada, con mucho qué pensar. ¿Qué fue lo que ocurrió? Tras darme cuenta de que tan sólo fue un sueño que fue tan perfecto para mi que ni siquiera me había dado la molestia de imaginar y mi subconsciente quiso hacerme 'Bullying' con tan realística escena. Segundos después me percaté de que lágrimas salían de mis ojos, pues un momento tan único no podía ser real. Y si pudiese, dudo que sería con él. Porque a veces hay cosas que simplemente se pueden soñar y que la realidad está limitada a que sucedan. En el fondo se que un sueño así no podría nunca ser real...