Estábamos una noche, o mejor dicho, una madrugada en mi habitación. Donde en la otra cama estaban aproximadamente tres amigas, jugando con sus respectivos teléfonos pero que en cuestión de minutos se quedaron dormidas. Mientras que en mi cama estaba yo, y a mi lado estaba él, tan encantador como siempre. Estaba simplemente acostado detallándome mientras yo a decir verdad no le prestaba la mayor de las atenciones, me encontraba profundamente concentrada en mi teléfono hablando con otro amigo, específicamente Juan Napolitano, nos mensajeábamos tonterías hasta que comenzó a reclamarme por una bobería que exactamente no recuerdo cual era. Pero no quería que me arruinara la noche así que dejé mi teléfono a un lado y vi que todos estaban dormidos. Me recosté en mi cama silenciosamente y me arropé como pude, hasta que él se dio la vuelta quedando justo frente a mi, yo a su izquierda y él a mi derecha. Abrió los ojos y nuestras miradas se encontraron. Ambos estábamos arropados hasta la nariz de modo que sólo se nos veían los ojos. Cuando repentinamente él desarropa su rostro, se levanta un poco y a toda velocidad me desarropa a mi y literalmente se lanza hacia mi dándome el más profundo de los besos.
Ésta vez él estaba sobre mi, en ropa interior, con una franela. Con su cabello perfectamente desordenado y sus labios unidos a los míos. Era algo que las palabras "real" o "mágico" quedaban cortas para describir ese momento. Es de esos momentos que dudas que pasen, pero suceden. Estábamos en perfecta armonía y podíamos continuar así por el resto de la noche, mordí su labio varias veces y él es mío. Nos separamos unos segundos y él, lo más discretamente que pudo comenzó a mirar hacia mi escote, pero sin desviar su mirada de mis ojos. Sus manos estaban relativamente cerca de mis senos y a decir verdad; no me hubiese importado perder la cordura esa noche con él. Mientras que con la mirada le suplicara que me besara, él tomó mi rostro entre sus manos acariciando mi cabello, y dijo: "estaremos juntos hasta que la muerte nos separe". Inconscientemente y casi por inercia sonreí de una manera única, y seguido él pronunció las palabras: "Me tienes... *Suelta un suspiro*". Continuamos con esos interminables besos cuando de repente siento su erección sobre mi entrepierna, lo cual él nota y rápidamente se lo acomoda, esperanzado en que yo no lo haya notado. Solté un leve gemido y seguidamente, en lentitud y con el máximo de los silencios, nos dimos poco a poco la vuelta quedando ésta vez yo arriba de él, en cuanto abrimos más nuestros labios dando paso a nuestras lenguas para intensificar el beso. Cuando de repente...
Despierto. Justo en el lugar de los acontecimientos, pero completamente sola. Dejándome abrumada y desconcertada, con mucho qué pensar. ¿Qué fue lo que ocurrió? Tras darme cuenta de que tan sólo fue un sueño que fue tan perfecto para mi que ni siquiera me había dado la molestia de imaginar y mi subconsciente quiso hacerme 'Bullying' con tan realística escena. Segundos después me percaté de que lágrimas salían de mis ojos, pues un momento tan único no podía ser real. Y si pudiese, dudo que sería con él. Porque a veces hay cosas que simplemente se pueden soñar y que la realidad está limitada a que sucedan. En el fondo se que un sueño así no podría nunca ser real...
domingo, 10 de marzo de 2013
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