Señor, Dios nuestro y querido Padre celestial, a ti tornamos nuestro corazón, porque tú conoces todas nuestras necesidades. A ti nos dirigimos, porque tu ayuda está siempre ahí, cuando nuestra capacidad ha llegado a un límite extremo. Tú nos has dado sendas que podemos seguir con alegría porque tenemos al Señor; su autoridad y reinado nos hacen felices. Alabado sea tu nombre en todo momento. Que tu ayuda nos acompañe siempre y, así, ser hijos tuyos para la gloria de tu nombre aquí en la tierra. Amén.
jueves, 29 de marzo de 2018
viernes, 23 de marzo de 2018
Juan 17:25-26
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
Juan 17:25-26
lunes, 19 de marzo de 2018
Pero ahora, Israel, pueblo de Jacob, el Señor que te creó te dice: No temas, que yo te he libertado; yo te llamé por tu nombre, tú eres mío. Si tienes que pasar por el agua, yo estaré contigo, si tienes que cruzar ríos, no te ahogarás; si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás, las llamas no arderán en ti. Is 43:1-2
jueves, 1 de marzo de 2018
Cuando era pequeña, le tenía un miedo irracional a las agujas. En cualquier momento que era necesaria colocarme una inyección, yo entraba en crisis (pero vamos, era una niña, ¿qué tenía de malo?). Recuerdo que en ocasiones mis familiares trataban de convencerme, por no decir sobornarme, a que me sometiera a en aquel entonces mayor temor.
Un día, mi tía trajo a mi casa unas pulseras que me encantaron, tenían unos dijes en forma de porristas y me quedaban perfectas. Ella dijo "a lo que te hagas la muestra de sangre, serán tuyas" por lo que yo sin pensarlo dos veces, accedí. Pero como nada en la vida es perfecto al momento de la verdad yo huí, como todo miedo irracional entré en pánico, quería las pulseras pero más allá de eso quería demostrarme a mi misma y a los demás que era valiente, que yo podía con ello, pero no pude.
Como si no hubiese sido poco con aquel remordimiento, de no atreverme y de no tener mi recompensa, mi tía le dio aquellas pulseras a mi prima.
Aquella prima mal agradecida y despreciable, sé que no es sano hablar así de la familia, pero cada vez que me convenzo de no envenenar mi alma y darle una nueva oportunidad, su personalidad me decepciona. Bueno, ella obtuvo eso, sin ningún esfuerzo, aquello que yo tanto quería. Y eso, por más tonto, vanidoso e infantil que suene me hizo sufrir.
Me hizo sentir horrible el hecho de que yo no era suficiente para tener aquellas pulseras que deseaba, que literalmente fue como arrebatarle un dulce a un niño inocente. Es una lástima que los padres, tíos, abuelos, no se eduquen adecuadamente y tengan que cometer atrocidades con los más pequeños y vulnerables de la familia. Detalles que año tras año van sonsacando nuestra personalidad para que un día, llenos de miedo, inseguridades, falta de confianza en nosotros mismos y con mucha rabia escondida en lo más recóndito de nuestros corazones, que bien un día llega a sucumbir y salen todos con sus "¿quién te crió?", "¿quién te enseñó esas cosas?"... Vaya vaya, ¿quién más podría ser?
A veces la gente ve lo peor de sus personalidades reflejadas en los demás.
Un día, mi tía trajo a mi casa unas pulseras que me encantaron, tenían unos dijes en forma de porristas y me quedaban perfectas. Ella dijo "a lo que te hagas la muestra de sangre, serán tuyas" por lo que yo sin pensarlo dos veces, accedí. Pero como nada en la vida es perfecto al momento de la verdad yo huí, como todo miedo irracional entré en pánico, quería las pulseras pero más allá de eso quería demostrarme a mi misma y a los demás que era valiente, que yo podía con ello, pero no pude.
Como si no hubiese sido poco con aquel remordimiento, de no atreverme y de no tener mi recompensa, mi tía le dio aquellas pulseras a mi prima.
Aquella prima mal agradecida y despreciable, sé que no es sano hablar así de la familia, pero cada vez que me convenzo de no envenenar mi alma y darle una nueva oportunidad, su personalidad me decepciona. Bueno, ella obtuvo eso, sin ningún esfuerzo, aquello que yo tanto quería. Y eso, por más tonto, vanidoso e infantil que suene me hizo sufrir.
Me hizo sentir horrible el hecho de que yo no era suficiente para tener aquellas pulseras que deseaba, que literalmente fue como arrebatarle un dulce a un niño inocente. Es una lástima que los padres, tíos, abuelos, no se eduquen adecuadamente y tengan que cometer atrocidades con los más pequeños y vulnerables de la familia. Detalles que año tras año van sonsacando nuestra personalidad para que un día, llenos de miedo, inseguridades, falta de confianza en nosotros mismos y con mucha rabia escondida en lo más recóndito de nuestros corazones, que bien un día llega a sucumbir y salen todos con sus "¿quién te crió?", "¿quién te enseñó esas cosas?"... Vaya vaya, ¿quién más podría ser?
A veces la gente ve lo peor de sus personalidades reflejadas en los demás.
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