Nuevamente me hallo escribiendo aquí, tratando de apaciguar el dolor que has dejado en mí. Tu partida es difícil de aceptar, es doloroso pensar que ya no estás. Los momentos que vivimos fueron increíbles, pero admito que me quede con ganas de más. De más sonrisas, más chistes, cuentos, secretos. De leer el libro que estabas escribiendo, de ver tus dibujos, de ver tus diseños, ver series juntos, jugar, salir a comer hamburguesas, que cocinaras tequeños para mí, teníamos tantos planes juntos...
Que en este punto, sólo le pido a Dios, que más temprano que tarde, nos volvamos a encontrar. No sé como, pero sé que el cariño siempre encontrará la manera. Eres más que un amigo para mí, eres de mi familia, eres todo lo que le pude haber pedido a la vida. No quiero sentir que te perdí, que ya no estás, esto es muy confuso para mi, mi estómago da un vuelco en pensar que no vendrás a visitarme más. Contigo me sentía demasiado cómoda, creo que me causabas esa calma. Recuerdo tantas cosas, recuerdo el día que caminamos hasta el trabajo de mami y me contaste cómo falleció tu mamá, ambos teníamos lágrimas en los ojos, te dije que ella estaba en el cielo y tú respondiste: "Sé que si". Sólo le pido a Dios que estés con ella en este momento, sonriendo. Recuerdo cada conversación, tu voz y tu risa alegre resonando en mi cabeza, cada abrazo que me diste, las veces que me dijiste que era como una hermanita para ti...
Perderte es... Desolador, devastador, este mundo no es el mismo sin ti, y miento si digo que te olvidaré porque no podría ni intentándolo.
Para cambiar el mundo, para dejar un legado, no se necesita vivir mil años, salvar el mundo. Con el breve tiempo que compartimos juntos y que estuviste en mi vida, me hiciste feliz como nunca, y te estaré eternamente agradecida.
Recuerdo como en mi cumpleaños me comentaste que siempre me veías en la universidad, que nos sentábamos muy cerca, que siempre te percataste de mi presencia. Mencionabas todo: Clases, salones, profesores, horarios. Mencionaste que vimos empaque con Yohalys Orozco juntos durante la tarde y yo siempre llegaba tarde a la clase, corriendo por las escaleras. Me quedé pensando. Me duele en el alma no haberte conocido antes. No haber aprovechado cada segundo, cada instante al máximo. Pero si puedo prometerte que todo lo que vivimos, fue increíble, perfecto y llenaste mi vida de alegría. Gracias. Mil gracias por estar en mi vida. Porque tu vida y tu obra, era hacer sonreír a los demás. Y así te quiero recordar...
Nos veremos pronto, Adoriel.
sábado, 24 de agosto de 2019
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