Porque para dar amor, hay que darlo completo, un amor a medias es un amor mediocre y quien se conforme, tendrá que asumirlas consecuencias de vivir infeliz por el resto de su vida, o hasta que el poco amor se gaste y se vapore.
Por supuesto que el cometido de la vida es ser feliz, pero tantas veces pasa que por miedo a quedarnos solos, nos estancamos en una relación insana, no conformamos con migajas, con rodajas de un amor cítrico, un amor ácido, un amor tóxico.
Seguro que habrá momentos de insoportable soledad, fechas de rosas y corazones, de globos, de canciones. Odiaremos por estar solos, los catorce de febrero y el cumpleaños feliz, por no tener con quien compartir besos en las madrugadas.
Dejemos la melancolía, la tristeza, la apatía, dejemos de ser víctimas, es muy cierto que uno atrae lo que proyecta y no queremos un amor víctima, queremos un amor mágico, merecemos un amor cálido, explosivo, fantástico…
El problema está en enfocar tu alegría en la compañía de alguien más, aprende a ser feliz tan solo para ti, los momentos de soledad…un buen libro, un baño tibio, un café en el balcón, un cielo con estrellas, un otoño de hojas secas, una primavera con sol.
Cuando ames o se presente el amor, busca un amor completo, uno que sea sincero, no permitas menos de eso.
Es verdad que para ganar primero hay que perder, pero debemos comprender que hay cosas que de lejos se ven, un amor incompleto que ni siquiera podría llamarse amor, o un amor confuso que no sabe querer, que no puede querer.
Has caído algunas veces, y caerás algunas más, proponte que no sean tantas, y levántate con dignidad, siempre con la frente en alto sin nada que avergonzar, siempre un poquito más fuerte y más inteligente.
Levántate consiente de lo que mereces, a alguien que sume y no reste felicidad a tu vida, y si acaso actúa con apatía, recuerda muy bien lo que dirás:
“Al diablo con tus migajas de amor”
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