lunes, 23 de mayo de 2011
Ni la muerte, ni la infelicidad, ni el fracasar son miedos relevantes ni tan importantes como el miedo que se puede tener en la vida por perder a la persona que más queres. Perderla sin haberle dicho todo lo que tenías que decirle, eso que te guardabas bajo llave, todo eso que esa persona tenía que saber con o sin una despedida de por medio. No hay nada peor que se valla y nunca halla sabido cuanto la querías o cuánto la podrías haber querido. No podés arriesgarte a que se valla sin haber sentido un beso, un abrazo. Sin haber calmado sus penas o dejar que te halla secado tus lágrimas. Esa persona es especial por el simple hecho de haber marcado un antes y un después en tu vida, no déjes que se valla sin que lo sepa. La muerte es un miedo insolucionable porque a todos los llega tarde o temprano. La infelicidad depende de uno como vea la vida y cuan negativo o pesimista sea. El fracaso sólo se cumple cuando no se lucha por ganar. Pero si esa persona se va, jamás encontrarás su reemplazo.
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