domingo, 28 de noviembre de 2010
Te quiero. Te quiero más que a nada y tú lo sabes, pero a veces con eso no basta. Últimamente he estado pensando qué sería de mí sin un tú. Ya sé que no debería pensar en esas cosas pero aún así lo hice. ¿Sabes cuál fue mi conclusión? Pues que quizás me esté acostumbrando demasiado. Es posible que mañana ya no estés y si eso pasara… yo no sabría qué hacer. ¿Recuerdas cuando me pediste que te hiciera un hueco en mi vida? Pues bien, yo te la regalé. Sí, te entregué mi vida entera y ni siquiera sé por qué. No te conocía, no sabía cuáles eran tus aficiones ni si preferías la coca-cola a la pepsi, pero pensé que lo nuestro podría funcionar, lo vi en tus ojos… Fue por eso que lo dejé todo, cambié mi vida por completo. Y yo encantada, ¿Entiendes? El problema es que… hemos llegado a tal punto en el que estoy empezando a necesitarte. Y eso no me gusta, no me gusta nada. ¿A quién queremos engañar? Tú vas llenando mi vida cada día un poquito más y sin embargo yo… Seguramente solo sea un capítulo de la tuya. Es posible que mañana te levantes y te des cuenta de que no me quieres, y ¿Qué podría hacer yo al respecto? ¡Pues nada!, tirar toda mi vida a la basura: mi mundo, mis planes, los billetes de ida y vuelta… todo. Joder, es todo tan difícil… Me siento estúpida aquí, escribiendo sandeces que ni siquiera quiero que leas. Pero créeme que no es fácil sentir que lo que más quieres se te escapa de las manos, y no poder hacer nada para evitarlo, porque ni siquiera estás ahí para recordarle que le quieres. Y tampoco es fácil irte a la cama sin saber donde estará la persona con la que quieres compartir el resto de tu vida, y sin su beso de buenas noches. Porque evidentemente no es lo mismo leerlo que recibirlo. Y por otra parte esta la gente, con sus típicos comentarios malignos.Y te hundes, no porque no confíes en la persona a la que quieres, sino porque el mundo se pone en contra vuestra y tú no puedes hacer nada para impedirlo. Solo aguantar los comentarios de la gente y callar, y estar continuamente pendiente de las agujas del reloj para que llegue el día en que nos volvamos a ver… Y entonces vivir otro momento irrepetible.
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