martes, 6 de julio de 2010

Perdoné cosas imperdonables e intenté hacer oídos sordos a confesiones improbables que al final me terminé creyendo. Pedí que me explicaran respuestas incoherentes que todavía sigo sin entender y me he llenado de melancolía al recordar momentos que de sobra sabía que no volverían a pasar. Lloré, a veces por gusto, y otras por necesidad. Me perdí en sonrisas y me encontré en lágrimas. Quise mucho y también dejé de querer. Se fueron personas importantes y llegaron otras que ahora son imprescindibles. Fui popular, dejé de serlo y ahora simplemente intento pasar desapercibida. Ahora simplemente soy feliz, a secas. Soy feliz con todas las cosas malas y, sobre todo, cosas buenas que me trae el no renunciar a tí.

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