lunes, 11 de octubre de 2010

Eran las seis de la mañana, el Sol comenzaba apenas a asomarse, y Jaas ya estaba perdida. Mareada por el alcohol caminaba tambaleándose en los tacones, de vez en cuando volteaba hacia atrás para asegurarse de que Jos siguiera con ella, él la miraba divertido, su cara estaba ruborizada y aún así sus ojos brillaban de una manera muy especial. Se distrajo, Jaas dio un paso mal y terminó en el suelo, reía despreocupamente, él se acercó a ella para ver si no se había lastimado y ella lo besó, lo besó como si no fuera la primera vez, con la pasión y las ganas de alguien que había esperado mucho tiempo por ello, en ese instante el tiempo se detuvo, no hubo más coches, no hubo más luz ni oscuridad, no había más que todo aquello que esperaba Jaas. Jos se arrepintió después de haberse separado pero tenía que llegar a casa antes de que el mundo despertara y todavía tenía una Jaas que entregar.

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