viernes, 8 de octubre de 2010

Hoy me quedé viendo las nubes mientras llovía, el cielo era gris y se caía a pedazos, pero había, en un lado, una parte azul, mi azul perfecto, y recordé que nunca están cerradas todas las puertas.

Después de que terminó todo, se sentó sola a llorar en las escaleras, a vaciar el estómago de tanta rabia, a maldecirte una y mil veces por haberla dejado sola, por haberle hecho creer algo que no era.
Tenía la piel chinita y el alma hecha un nudo, sin embargo, el corazón le hizo cosquillas y comenzó a reirse de ella misma, te seguía queriendo de la misma manera. Ese cariño tan rojo se había manchado de negro, pero seguía siendo el mismo, genuino, especial, tan hecho solo para tí.

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