domingo, 10 de octubre de 2010

Las pestañas pegadas y el frío que te congela los lugares más remotos de tu cuerpo. Lo sé, yo tampoco quiero despertar... bueno, si quiero hacerlo, pero en un día más soleado, más cálido.
Termina de juntar sus sueños, los guarda en aquella bolsita que reserva por si algún día quiero recordarlos y deja que la luz se cuele entre sus pestañas, poco a poco se va integrando al mundo. Se estira, lentamente, con una cara de placer tan envidiable, sonríe y me ilumina el mundo... ¿Qué puedo hacer yo con esa sonrisa que es capaz de calentar el corazón más frio?
Y ahí estoy yo, viendo como uno de mis sueños preferidos regresa conmigo, después de nuestro encuentro de anoche.

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