lunes, 11 de octubre de 2010

Me dijiste tantas veces que mi cabello era más lindo bajo el Sol, pero que emitía una luz que ni siquiera era comparable a la de mi sonrisa, y yo me reía, y tu te reías, y los dos sabíamos que eran frases hechas para conquistarme (y no lo hacías nada mal, lo sentía en mis mejillas que terminaban combinando con mis labios rojos). Todo cambió el día en que comenzaste a hablarme con los ojos, con la sonrisa, con las yemas de tus dedos... Supe que era capaz de hacerlo todo, de lograrlo todo, me llenaste de maneras que ni tu te imaginas, que no creo que se conozcan en este mundo.

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