viernes, 8 de octubre de 2010

Me llenaste de esas palabras que saben a amor y yo confirmé nuevamente que no podíamos seguirle privando más a nuestras almas conocerse todos los días, y yo que siempre necesitaba más que sentirte cerca, tu respiración en mis oídos. La luna, cristales empañados, música, pestañas enredadas. Tus manos explorando tierras nuevas, mis manos en tu cielo. La vida no es suficiente para recorrer tu constelación de besos, cambiante y única, así como tú.
El mundo, tuyo, mío, de los que sueñan y de quienes lo ignoran, así como tú, sé que no lo veías pero crees en su magia, esa magia que nos envolvía, que nos rodeaba a cada momento, entre cada beso y cada sueño que nacía en ese momento.
Respiraciones sincronizadas, ojos cerrados. Con ellos pude saber que aunque no fueras perfecto, lo eras para mi, éramos finalmente tu y yo. Me llenaste de palabras, de esas que saben a ilusiones, de esas que huelen a historias nuevas, de esas que pegan en el alma gritando que no es posible esperar más. Te quise, como nunca antes lo había hecho, como nunca más lo haré.

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