viernes, 27 de agosto de 2010

Cada noche me introduzco en un mundo subreal, imaginario y ficticio. Cada noche me pierdo en los diálogos que mantiene la luna con las estrellas, y la guía que sus respectivos luceros transmiten. Cada noche sueño con una realidad extremadamente diferente, donde todo aquello que existe es deseo cumplido. Cada noche vivo encerrada en una pesadilla dulce de la que muchas veces me gustaría no despertar. Cada noche navego por los obstáculos que transpasan mi cuerpo ofreciéndole una cura y un destino eterno. Cada noche duermo arropada por el calor de la esperanza, la cual nada más abir los ojos se evapora y queda inmersa en las cenizas que transporta el viento.

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