jueves, 26 de agosto de 2010
Me enamoré de un corazón que vivió y sintió muchas más emociones que el mío. De unos ojos profundos que admiraron miles de amaneceres y puestas de sol; que vieron el mundo durante más de cinco décadas. Me cautivé con la riqueza de su conocimiento y con su experiencia. Quedé prendada por los besos y las caricias que me prodiga. Me fascinan sus palabras cuando me cuenta algo, su admirable capacidad de pensar, idear, recordar, razonar y explicar. Me enamoré perdidamente -Porque tenía que ser así-
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