lunes, 23 de agosto de 2010

Mis manos tienen memoria, memoria de mi y de todos aquellos, de todo lo que se ha pasado por mi vida. Son valientes y se arriesgan, y se entregan, porque no quieren que me pierda de nada, que no me olvide de todo.
Me animan a seguir siendo parte de esto que llamamos vida, a participar de ella. Recuerdan el frio y el calor, el sabor de mis lágrimas, el calor de tu nuca al besarte.
Estas manos decoradas, que a veces no pueden evitar extrañar lo maravilloso que era tu cabello abrazándolas y tu cara cuando decias que no te tocara.
Leen todos los días todas las palabras que en ellas han sido escritas, recuerdan tus pensamientos y te quieros, y coleccionan traviesamente aquellas cosas que necesitaba recordar y sólo les he confiado a ellas, las esconden de mi para que las olvide, pero aún asi confío en ellas.
Me detienen cuando caigo y me acogen cuando más lo necesito.
Guardan en su memoria cada textura, cada palabra, cada detalle que mi memoria ha dejado escapar volando. Por eso las quiero, y ellas a mí...

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