Depender significa, literalmente, entregarme voluntariamente a que otro me lleve y me traiga, a que otro arrastre mi conducta según su voluntad y no la mía. La dependencia es para mí una instancia siempre oscura y enfermiza, una alternativa que, aunque quiera ser justificada por miles de argumentos, termina conduciendo irremediablemente a la imbecilidad.
Y aunque no lleguemos al extremo de depender de otros para saber quiénes somos, estaremos cerca si renunciamos a nuetros ojos y nos vemos solamente a través de los ojos de los demás.
martes, 17 de agosto de 2010
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