Para emprender el camino a la verdad tenemos que reconocer que la fe no constituye una forma de conocimiento. El conocimiento debe ser demostrado y comprendido por la razón. Pero esto no quita que la fe tenga un papel importante y positivo en nuestra vida cotidiana. Es difícil vivir si sentimos que nuestra vida no tiene un sentido, que nos vamos a morir y todo termina, que somos seres diminutos que nada podemos influir en la realidad y nos sentimos totalmente perdidos y desprotegidos. La vivencia religiosa nos abre una puerta que le da más sentido a todo, nos orienta y nos ayuda a vivir mejor. Cuando rezamos, al tiempo que hablamos con Dios lo hacemos con nosotros mismos, aclaramos nuestras ideas, nuestros deseos, podemos reconocer nuestros errores y arrepentirnos, agradecer lo que tenemos y así valorarlo, y pedir reforzando la intensidad de nuestros sueños.
La energía que canalizamos a través de la plegaria parece entrar en el juego y competir con las demás fuerzas que nos rodean, mostrando a veces sus claros resultados. Muy poco se sabe sobre este fenómeno. Apenas tenemos una aproximación desde la psicología que nos señala la importancia de la autoestima para el éxito y nos habla de profecías auto- realizables.
viernes, 17 de septiembre de 2010
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