viernes, 8 de octubre de 2010

Respiraba lentamente y su piel blanca era transparente, podías ver las venas a través de ella, tan llenas de sangre, tan activas, tan vivas, tan contaminadas... Era su propio veneno el que la estaba matando. Sin embargo, sus ojos seguían brillando, innegablemente, irremediablemente, y lo hicieron hasta el último instante, ese último respiro, esa mirada final que llenaba de amor el ambiente.
Una lágrima se escapó de sus ojos, pero entendió un poco tarde que al final ella encontró la manera de estar con ellos en todo momento, el cáncer le había dado motivos, ella sólo los transformó en algo más positivo. Les regaló una parte de ella que nadie más podría tener.

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