domingo, 30 de enero de 2011
Si las casualidades existen, entonces creo que fue una casualidad haber llegado a la misma hora, al mismo café. Haber pedido la misma orden a la misma mesera. Haber notado la misma diferencia entre el cafe de la esquina y el café de la orilla. Haber hecho la misma expresión al probar el amargo café, sin contar que le hechamos las mismas cucharadas de azúcar. No olvidemos que también pagamos la misma cantidad en la cuenta. Y al final, haber detenido al mismo taxi en la orilla... tu por la derecha y yo por la izquierda, pero al final se fue y ninguno de los dos subió. Y allí nos vimos las caras por primera vez, lo recuerdo como si hubiera sido hace 5 minutos.
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