miércoles, 26 de enero de 2011

Llevaba ya varios días sin ser ella misma, pero su fingida sonrisa hacía sombra a cualquier indicio de su verdadero estado anímico. Mientras todo parecía ir bien en el exterior, ella se pudría por dentro, parecía que las carcomas le estaban dejando poco a poco vacía. No había nada que llenase ese vacío, ni siquiera saber que esa situación cesaría pronto. Las horas parecían días, los días parecían meses, todo parecía transcurrir de manera irregular, infinitamente despacio. Cada día era más gris, más triste y más lluvioso. Su corazón latía cada vez más despacio y soñaba en blanco y negro. Sentía incluso que estaba perdiendo cosas por el camino, como si se estuviese quedando sola. Pero no era así, los que de verdad la querían seguían ahí, haciéndole sonreír como nadie lo hacía con los gestos más insignificantes.

Pero todo ello terminó. Comenzó a sentirse realizada, a ser feliz de nuevo. A sentir que volvía a ser la de antes, aquella chica jovial, caracterizada por su buen humor, por su carisma y su cariño. Ahora tenía que mirar hacia delante, dejar el pasado atrás y sólo volver a él para recordar los buenos momentos y aprender de los peores.

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