miércoles, 12 de enero de 2011

Siempre he creído que para avanzar en una relación (no hablo solamente de amor) hay que escuchar y hay que estar dispuesto a todo. Dispuesto tanto a reír como a llorar. Dispuesto a darlo todo por esa persona, sobretodo cuando más lo necesita. Dispuesto a ser siempre sincero, porque sino la relación no tiene sentido. Dispuesto a herir con la verdad y alegrar con la mentira. Dispuesto a hacerle feliz a la otra persona siempre.

Cuando algo no va bien, yo lo noto. Será ese sexto sentido que dicen que poseen las mujeres. Será eso. Y por mucho que la otra persona diga: "¿Que qué me pasa? Nada, si todo va bien ", esbozando una falsa sonrisa, se que por dentro está derramando lágrimas o al menos tiene algo que le preocupa o le come la cabeza. Pero a mi no me gusta nada presionar a nadie, no soy quién para obligar a contar algo que no se quiere. Hay cosas íntimas o personales que siempre, por un motivo o por otro, se quedan dentro de uno mismo. Y es algo que respeto y respetaré siempre, ya que todo el mundo tiene derecho a guardar dentro de sí mismo las cosas que crea convenientes. Yo, en general, suelo interiorizar la mayoría de mis sentimientos. No suelo llorar delante de nadie, no por vergüenza, sino porque pienso que para la otra persona es muy incómodo, por mucho que lo necesite. Son sentimientos y pensamientos de los que sólo yo entiendo su significado porque soy la que los ha sufrido; y la única solución que tienen éstos es estar contigo y olvidarme de ellos por un momento. Tengo muchas cosas dentro de mí que nadie sabe y que el día que explote quedarán en el aire.

A pesar de que yo sea de esas personas que no expresan lo que sienten, no me gusta aquellas personas que lo hacen; ya que pienso que nada es imposible y que todo tiene solución. Pero hay veces que lo veo todo tan negro que ni la luz que provoca tu sonrisa puede mejorar la situación. Y es que en ocasiones no hay nada mejor que estar solo para pensar y reflexionar, aunque a decir verdad, cuando no me siento bien, no veo una solución mejor que estar rodeada de aquella gente que tan feliz me hace, quienes con un abrazo hacen que todo vaya mejor.

Una de mis virtudes es que siempre estoy dispuesta a ayudar a las personas (a las que se lo merecen, claro). Hay veces que me siento frustrada porque realmente no se cómo ayudar o qué solución dar, pero al menos lo intento, y me dicen que eso es lo que importa (aunque a mi no me satisfaga). Cuando consigo aclarar sus dudas, inquietudes o problemas soy la persona más feliz del mundo porque le he hecho feliz a otra, o al menos porque he conseguido evadirla por un momento de todos sus sentimientos negativos.

Una cosa que aborrezco es que alguien desconfíe de mi y que me prejuzgue (cosa que lo hacen muy a menudo). Pero he decidido que todo ello me entra por un oído y me sale por el otro, ya que es gente que habla sin saber (que desgraciadamente hay mucha en este mundo). Vosotros, que tanto presumís de ser "geniales" por ir contando cosas equívocas e inventadas de la gente, a ver si empezáis a tener un poco de dignidad y de saber estar y os miráis por dentro, que estáis echos mierda.

He dicho.

1 comentario:

  1. con todo lo que escribes me siento demasiado identificado y eso es malo... me dan ganas de plagiar jajaja :) broma ^^ me encanta siempre leer lo que pones un abrazo a la distancia.

    ResponderEliminar