Sí, durante todo este tiempo prometí no verte la cara. Juré olvidarte y te aseguro que así fue. Me dije a mi misma no perder el tiempo como lo hice tantas veces, y le dije a mi cabeza que deje de pensar en los momentos que podríamos haber compartido. Pero hoy te vi y... ¿para qué negarlo? Estás igual de perfecto que siempre, tus ojos siguen perteneciendo al cielo y tu sonrisa son cien luciérnagas y estrellas juntas. Oí tu voz, te escuché reír y... no voy a mentir que no me alegró. Sí, me alegró permitirme haber visto de vuelta aquel reluciente rostro de un amor imposible, esa forma de ser que enredó mi corazón durante tantos meses, esa mirada imborrable que se estampaba contra mis ojos.
Me permití admirar esa belleza por la cual no siento nada. Te aseguro que no siento nada, lo juro. ¿Sabes por qué? Esa perfección no borra el pasado, aunque te superes aún más de lo que puedas mostrar y seas igual que siempre... el pasado no se borra, las palabras.. tus palabras no van y vienen, por desgracia. Tus palabras se estamparon como una herradura al vaso de un caballo contra mí y no pude hacer nada más que maldecirte y desearte lo peor desde ahora hasta que desaparezcas de este mundo. Era imposible no hacerlo: derramé lágrimas por algo imposible, por algo que jamás se iba a cumplir y nunca pude saber de quien fue la culpa. Sos algo que me gusta admirar, pero no amar. Algo que me gusta observar, pero no conservar. Sos ese algo que me tuvo enfermiza durante meses, y sos ese algo del cual me burlé muchos meses más.
Mil veces mentí: "no estoy enamorada" pero hoy en día no sé si lo estuve. Solo sé decir que maldecí al amor cientos de veces sólo porque creí que el amor eras vos y nadie más en este mundo, que eras mi única chance y la única persona a quien podía admirar sintiendo algo.
Te vi, pero solo quería ver si habías cambiado o si seguías siendo el mismo de siempre. Aunque te puedo jurar que la vida es una sola y ahora, sí, hoy... no perteneces en la mía.
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