Avanzas, retrocedes, asciendes... que va, te haces un puto nudo. Y no sabes si vas o vienes, si desprecias o quieres, si desistes o mientes. Y entre acercamientos y distancias eternas se nos va la cabeza y el nudo comienza a estrecharse. Un descuido, y te chocas de frente con la despedida que nunca tuvimos; pero flota la incomodidad en el ambiente y te vas con la sensación de haber(me) perdido para siempre.
¿Estos desvaríos son tuyos o míos? Porque está claro que nunca habrá un nuestros. Así que yo sigo a lo mío, me camuflo entre técnicas antiguas y voy recogiendo una a una todas las miradas extraviadas por el camino. Dejamos caer el telón anticipando el final, y mientras tú te redescubres más libre que nunca, yo descubro verdades que estuvieron ahí siempre. ¿Un último aplauso? Y suerte.
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