- Y sí las personas poseyeran polvos mágicos… ¿Me invitarías a volar contigo?- Chloé estaba girando sus manos al cielo, en esos momentos, era cuando Charlie la veía como una niña, una hermosa criatura que no tenía dueño.
- Amor, volaríamos por todas las tierras lejanas, visitaríamos los polos, las playas, los desiertos, y nos sacaríamos fotos en cada uno de esos lugares.- Charlie la observaba sentado en una piedra grande. Allí estaba su novia, su futura esposa. Cada día que pasaba, pensaba que esa proposición, esa pregunta, se la tenía que haber dicho antes. Pensó, que quería ser su esposo ya.
- ¡Quiero volar! ¡Quiero volar contigo amor!- Chloé le besó los labios, y una risa se le escapó de sus labios. - ¿No crees amor, que parecemos de otra época?
- ¿Qué quieres decir amor?
- ¡sí! Porque nos queremos casar, queremos estar juntos para siempre, y estos tiempos ¡nadie piensa así! Y mucho menos con nuestra edad. Tenemos 20 años amor. – Chloé seguí girando sobre su eje imaginario.
- ¡Amor!- Charlie la cogió por la cintura y la alzó, quedando los pies de Chloé colgando, y ella, seguí riendo.- No me compares con esa gente que no sabe lo que es el amor, con esas personas que no se entregan como tú y yo. Amor, Te amo.
- ¡Amor! ¡Déjame decirte que yo más! – Chloé le besó en los labios, y le mordió el cuello.
- El cuello no amor….ya sabes lo que pasa ¿no?- Charlie se puso rojo.
- ¡Descontrólate, y hazme el amor acá mismo!
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