jueves, 24 de marzo de 2011
Siempre habían hecho con ella lo que habían querido, siempre la habían utilizado como no era debido, la habían engañado, y la habían hecho odiar el supuesto amor del que tanto hablaban. ¿Qué es el amor? Se preguntaba ella. Un cúmulo de cosas bonitas que hacen por una persona, o simplemente palabras que al final se lleva el viento. Siempre le habían dicho que enamorarse sólo era empezar a sufrir, que era empezar a utilizar el botiquín de nuestro cuerpo, y hacerle remiendos al corazón. ¿Tanto necesitamos a los hombres? ¿O los hombres nos necesitan a nosotras? Cada vez que veía una pareja sentía envidia, quería estar enamorada, pero al mismo tiempo eso la aterraba. Su corazón tenía cicatrices, partes que le hacían falta, lastimosamente no hay ninguna parte donde arreglen corazones, ni que sanen el dolor de los desamores, de los amores perdidos, de los besos perdidos en la arena del mar. Pero ella no pensó que en una tarde como otra cualquiera encontraría a esa otra parte que todo el mundo espera encontrar, a esa otra parte que se supone que debemos identificar. Una mirada escondida bajo su flequillo bastó para decirle “hola” y empezar una relación de amistad. Los días fueron pasando y el verano llegó, el amor llegó a su vida un día como hoy. Olores a su perfume y su piel fueron sus aromas favoritos después que lo conoció. Empezar otra vez a soñar, empezarse a enamorar, sin miedo a terminar remendando su corazón ya roto. Los dos tenían miedo, los dos habían sufrido, pero se prometieron no hacerse daño el uno al otro.
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