Acariciar la tecla de llamada para saber que no voy a encontrar respuesta, mojarme los labios sin pena ni gloria o cojerme el primer tren que salga en tu dirección. Dime que es lo que tengo que hacer, porque no puedo más cuando me dices 'tus ojos siempre serán del mismo color, chocolate y bellos', eres como el sol de invierno, quieres que llegue pero tienes miedo a engancharte porque sabes que en algun despiste se irá y no volverá hasta pasados los meses, a los cuales no sabes si llegarás. Y siempre, en el intento torpe, torpísimo, se me cuela la dosis de morriña que juraste no darme, y ahora qué.
Ahora busco una gota de lluvia que no sea tan necia como las demás y que no lleve tu nombre, y no hace más que llover y cuánto más llueve más apareces y es totalmente imposible parar esta rueda ahora que ya la has lanzado, y solo me queda encojerme o echar a correr, volver de vuelta otra vez para que me digas otra vez eso de que mis ojos, y de vuelta otra vez a la tentación de llamarte.
Cada vez lo haces más raro y cada vez, llueve más. Joder.
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