Miro por la mirilla unas doscientas veces al día, buscando algo, un pequeño rastro que me recuerde porqué me gusta pulsar ese botoncillo, y te juro que es muy complicado encontrar una razón, una sonrisa que me devuelva las ganas. Sin embargo, sigo y persigo, porque la fotografía es idéntica al amor, ¿sabías?
Pruebas y te gusta, te divierte y te entretiene, más tarde llega un momento dónde ves la necesidad e inmortalizar ciertos momentos, colores, olores o sentimientos, y justo en el momento dónde creías que estabas satisfecho, se crea la adicción. Y llega el momento dónde no encuentras motivos para seguir lanzando flashes o regalando besos, pero los buscas, y no paras de buscarlo hasta ese momento dónde un atardecer o unos ojos, te dicen: 'No hay nada ni nadie mejor que esto' y te dá tiempo a comprobarlo, y sobretodo, a asimilarlo.
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