sábado, 26 de marzo de 2011

Sí, ya lo sabes, me gusta la fotografía, más que la música y escribir, pero he de confesarte que hay algo dentro de ella que me vuelve completamente loca. Fotografiar sonrisas, así, como la tuya. Es fácil de asimilar, pero es tan difícil entenderlo, aplicarlo, satisfacerme.
Miro por la mirilla unas doscientas veces al día, buscando algo, un pequeño rastro que me recuerde porqué me gusta pulsar ese botoncillo, y te juro que es muy complicado encontrar una razón, una sonrisa que me devuelva las ganas. Sin embargo, sigo y persigo, porque la fotografía es idéntica al amor, ¿sabías?
Pruebas y te gusta, te divierte y te entretiene, más tarde llega un momento dónde ves la necesidad e inmortalizar ciertos momentos, colores, olores o sentimientos, y justo en el momento dónde creías que estabas satisfecho, se crea la adicción. Y llega el momento dónde no encuentras motivos para seguir lanzando flashes o regalando besos, pero los buscas, y no paras de buscarlo hasta ese momento dónde un atardecer o unos ojos, te dicen: 'No hay nada ni nadie mejor que esto' y te dá tiempo a comprobarlo, y sobretodo, a asimilarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario